7/3/2014 Mi Selección de la Semana en Fitness y Salud

Pili Cuadrado

Pili Cuadrado

Sé que tienes una agenda muy ocupada, pero quieres mantenerte al día con las últimas noticias e investigaciones sobre fitness y salud. Por eso, cada semana te informo sobre un artículo reciente que he leído. El artículo de esta semana es:

How Fat May Hurt the Brain, and How Exercise May Help [Cómo la grasa puede dañar el cerebro y Cómo puede ayudar el Ejercicio]

Nuevos estudios en roedores sugieren que la obesidad puede tener efectos nocivos en el cerebro, y que el ejercicio puede contrarrestar muchos de los efectos negativos.

Aquí mi resumen:

La obesidad puede tener efectos dañinos en el cerebro, y el ejercicio puede contrarrestar muchos de esos efectos negativos, de acuerdo a experimentos neurológicos sofisticados con ratones, aún cuando los animales no pierdan mucho peso. Mientras es imposible saber si el cerebro humano responde precisamente de la misma forma a la grasa y actividad física, los hallazgos ofrecen una razón más para ejercitarse.

Se ha sabido por mucho tiempo que la obesidad puede alterar la cognición en los animales. Experimentos pasados con ratones de laboratorio, por ejemplo, han mostrado que los animales obesos tienen poca memoria y habilidad para aprender comparados con esos de peso normal.

Pero los científicos no habían entendido cómo un exceso de peso afecta el cerebro. Sí sabían que las células de grasa fabrican y liberan sustancias en la sangre que se mueven a otras partes del cuerpo, incluyendo el corazón y los músculos. Allí, estas sustancias ponen en marcha los procesos bioquímicos que producen una inflamación severa y otras condiciones que pueden conducir a problemas de salud.

Muchos pensaron que el cerebro, sin embargo, debía estar aislado de esos efectos nocivos. Este no contiene células grasas y se mantiene detrás de la barrera protectora que normalmente bloquea la entrada de moléculas indeseables.

Sin embargo, inquietantes estudios recientes en animales, indican que la obesidad debilita esa barrera, dejándola agujereada y permeable. En animales obesos, las sustancias liberadas por las células de grasa pueden transpirar más allá de la barrera e ir al cerebro.  

Las consecuencias de esa filtración se convirtieron en el tema central de los nuevos experimentos neurológicos realizados por los investigadores de la Universidad de Georgia y publicados el mes pasado en el Journal of Neuroscience. Para estos estudios, los científicos reunieron ratones criados para comer en exceso y crecer obesos. A medida que crecían y acumulaban más células de grasa, los investigadores encontraron en su sangre considerables dosis de una sustancia llamada interleucina 1, la cual es creada por las células de grasa y se conoce por causar inflamación.

En estos ratones, como la interleucina 1 emigró a la cabeza, pasando la barrera de sangre del cerebro y entrando en áreas como el hipocampo, una parte del cerebro que es crítica para el aprendizaje y la memoria. Allí, los investigadores encontraron cuando examinaron tejidos del cerebro de los animales que esto, esencialmente, afectó los trabajos.

Los investigadores también observaron niveles extremadamente bajos de un bioquímico asociado con la función de la salud sináptica. Las sinapsis son las estructuras que conectan una neurona a otra y desvían los mensajes entre ellas. Las sinapsis saludables responden a las demandas en el cerbero retardando o acelerando los mensajes, manteniendo el tráfico del sistema nervioso del cerebro manejable. Pero los bajos niveles en los marcadores de la salud de la sinapsis, sugirieron a los investigadores que los cerebros inflamados de los animales obesos no estaban funcionando correctamente y los mensajes entre las neuronas probablemente se estancaron.

Esa posibilidad fue confirmada por pruebas posteriores sobre la memoria y el pensamiento de algunos de los roedores—obesos–restantes.

Pero si las células excesivas de grasa eran la causa principal de los cambios en los cerebros de los animales, no estaba claro. Otros factores fisiológicos podrían haber estado contribuyendo, dijo el profesor que supervisó el estudio. Así que, para aislar el impacto de la grasa, los investigadores simplemente removieron de los ratones la mayor parte de esta.

Ahora, los ratones adelgazados casi no mostraron interleucina 1 en su sangre. Al contrario, cuando los científicos previamente implantaron las almohadillas de grasa conservadas en los ratones delgados, los animales casi inmediatamente crecieron más débiles, desempeñándose mucho peor que en los exámenes cognitivos previos, aunque nada más en su vida había cambiado.

Los resultados convincentemente implicaron las células de grasa como la causa principal del deterioro cognitivo de los ratones.

Pero, aunque provocativos, los científicos se dieron cuenta de que los hallazgos tuvieron un valor poco práctico para las personas, ya que incluso el más extenso procedimiento de liposucción en los seres humanos quitaría mucho menos grasa de lo que le había sido extirpada a los ratones obesos.

Así que los científicos se concentraron en una alternativa menos invasiva, el ejercicio. Reunieron más de los roedores que eran propensos a ser obesos y comenzaron un programa diario de 45 minutos de carreras en una caminadora. Los otros ratones permanecieron sedentarios.

Después de 12 semanas, los ratones corredores todavía pesaban lo mismo que los sedentarios. Pero habían perdido cantidades significativas de grasa alrededor de sus sección media y agregaron masa muscular. Les fue mucho mejor en las pruebas cognitivas que a los ratones sedentarios, cuando los investigadores examinaron los tejidos de su hipocampo mostraron pequeña evidencia de inflamación y grandes niveles del marcador químico de la salud sináptica. Los resultados sugirieron que, como dicen los científicos en el estudio, el ejercicio normaliza la función del hipocampo, aún en animales nacidos para ser obesos y que permanecieron pesados.

Por supuesto, esos estudios fueron conducidos en roedores, no en personas, cuyos cerebros podrían responder de manera muy diferente. Pero la posibilidad de que los humanos, también, pueden responder de manera similar es tentadora, dijo la Dra. Stranahan.

Por lo tanto, habla con tu médico acerca de un programa de ejercicio seguro y tolerable, y mantén esa rutina para que los kilos demás no pesen mucho en tu cerebro.

 

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