La semana pasada estuve trabajando en el artículo de experiencia óptima como propósito de vida. Justo ese día después de terminar con mi trabajo, decidí crear una experiencia óptima y me fui a la playa alrededor de las 4 p.m.
Hacía una tarde preciosa y para mi sorpresa el agua del mar estaba bastante templada. No me había dado cuenta de que exactamente ese día empezaba la cuaresma. Fue el miércoles de ceniza.
Estuve en la playa alrededor de hora y media y estuve la mayor parte de ese tiempo metida en el agua. La verdad es que ni siquiera me quería marchar. Fue un verdadero disfrute de algo que planee, con lo cual tenía una meta clara de lo que iba a hacer, tenía el control, una retroalimentación inmediata (sentía que estaba haciendo lo correcto) y mi habilidad estaba en equilibrio con el reto (zambullirme) pues la temperatura del agua estaba perfecta para mi gusto.
Ese día pensé en que realmente sí se pueden construir momentos de disfrute total-experiencias óptimas-aunque nuestras circunstancias no sean las ideales. No me costó prácticamente nada materialmente hablando construir ese momento, esas dos horas en la playa me ayudaron a aterrizar una vez más, agradecer por tantas cosas que tengo y que a veces se me olvidan y a recordar que no necesito de mucho para nutrir mi espíritu, darme mi espacio y, aportar a mi bienestar integral. Tan solo un plan claro y la motivación para llevarlo a cabo.
Dejé que el sol me pegara lo suficiente en mi cara, me olvidé del pelo y solamente me enfoqué en disfrutar y en cómo se sintió eso a nivel psíquico y físico. Ese día me curé.
Lo que quiero que te lleves y te preguntes
Somos capaces de crear nuestras propias experiencias óptimas
Podemos elegir esa actividad como propósito de vida
No necesitamos abundancia material para crear flujo (flow)
¿Cuál es esa cosa especial que tienes en tu vida y que muy rara vez aprecias?
En mi caso la playa a cinco minutos en carro y la motivación para desplazarme hasta allá.