Mi Selección de la Semana en Fitness y Salud

Pili Cuadrado

Pili Cuadrado

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Sé que tienes una agenda muy ocupada, pero quieres mantenerte al día con las últimas noticias e investigaciones sobre fitness y salud. Por eso, cada semana te informo sobre un artículo reciente que he leído. El artículo de esta semana es:

How Exercise Helps Us Tolerate Pain [Cómo el Ejercicio Nos Ayuda a Tolerar el Dolor]

 

El ejercicio regular puede alterar la manera de cómo soportamos el dolor, de acuerdo a un nuevo estudio. Los nuevos hallazgos sugieren que, mientras más continuemos ejercitándonos, mas grande es la tolerancia a la incomodidad.

Aquí mi resumen:

Desde hace un tiempo, los científicos han sabido que el ejercicio vigoroso, breve y exacto opaca el dolor. Según los músculos empiezan a doler durante un prolongado entrenamiento, el cuerpo libera sedantes naturales, como endorfinas, y otras sustancias que pueden disminuir la sensación de incomodidad. Este efecto provocado por el ejercicio y al cual se refieren los científicos como hipoalgesia (estado provocado por una disminución de la sensibilidad dolorosa), usualmente empieza durante el entrenamiento y se prolonga hasta 20 o 30 minutos después.  

Pero si el ejercicio altera la respuesta del cuerpo al dolor en el largo plazo y si estos cambios se conseguirán si las personas hacen moderados entrenamientos, no está claro.

Así que para un nuevo estudio, el cual fue publicado este mes en Medicine Science in Sports & Exercise, los investigadores en la Universidad de New South Wales y Neuroscience Research Australia, ambas en Sydney, reclutaron 12 jóvenes adultos saludables pero inactivos, quienes expresaron su interés en ejercitarse, y otros 12 que eran similares en edad y niveles de actividad, pero prefirieron no ejercitarse. Todos ellos fueron llevados al laboratorio para determinar cómo reaccionaban al dolor.

La respuesta al dolor es muy individual y depende de nuestro umbral del dolor, el punto donde empezamos a sentir dolor y tolerancia, o la cantidad de tiempo que lo soportamos, antes de que paremos lo que sea que estemos haciendo.

En el nuevo estudio, los científicos midieron los umbrales del dolor usando una sonda que puesta en el brazo de la persona, ejerce una presión creciente contra la piel. Se les dijo a los voluntarios decir “paren” cuando esta presión cambiara de ser incómoda a dolorosa, rompiendo su umbral del dolor.

Los investigadores determinaron la tolerancia al dolor de una manera mas elaborada, atando brazaletes de presión arterial en la parte superior de los brazos de los voluntarios y apretándolos progresivamente según los voluntarios apretaban un dispositivo de prueba especial en sus puños. Esta actividad no es divertida, pero los voluntarios estaban animados a continuar apretando el aparado por tanto tiempo como fuera posible, durante un periodo de tiempo que representara su tolerancia al dolor basal.

A continuación los voluntarios que habían dicho que les gustaría comenzar a ejercitarse, lo hicieron con un programa de pedaleo moderado en una bicicleta estacionaria por 30 minutos, tres veces a la semana, durante seis semanas. En el proceso, los voluntarios llegaron a estar más en forma, con su capacidad aeróbica y sus pedaleos incrementando cada semana, aunque algunos mejoraron más que otros.

Los otros voluntarios continuaron con sus vidas igual que antes de que empezara el estudio.

Después de seis semanas, todos los voluntarios retornaron al laboratorio, y sus umbrales del dolor y tolerancia fueron puestos a prueba otra vez. Sin ninguna sorpresa, los voluntarios en el grupo de control no mostraron cambios en sus respuestas al dolor.

Pero los voluntarios en el grupo que se ejercitó, mostraron más grandes habilidades para soportar el dolor. Su umbral del dolor no había cambiado; ellos comenzaron a sentirlo en el mismo punto que antes. Pero su tolerancia había subido— ¡Impresionante!  Estos continuaron con la incomodidad del aparato en las manos por más tiempo que antes. Esos voluntarios cuyo nivel de fitness había aumentado más, también mostraron el mayor incremento en su tolerancia al dolor.

“Para mí,” dijo Matthew Jones, el investigador que dirigió el estudio, “los resultados sugieren que los participantes que se ejercitaron llegaron a ser más tolerantes y quizás no encontraron el dolor como una amenaza después de un entrenamiento, aunque todavía le dolía igual,” una idea que encaja con creencias anecdóticas arraigadas, acerca de la fortaleza física de los atletas.

Sin embargo, y debido a que no examinó los efectos fisiológicos, aparte de la respuesta al dolor, el estudio no puede explicar cómo el ejercicio altera nuestra experiencia del dolor, aunque este tenga algunas pistas. Los umbrales del dolor y la tolerancia se probaron utilizando los brazos de los voluntarios, señaló Jones, mientras que los que se ejercitaron  entrenaron principalmente sus piernas. Debido a que los cambios en la respuesta al dolor fueron evidentes en la parte de arriba del cuerpo de los que se ejercitaron, los hallazgos dan a entender que algo que ocurrió en el cerebro fue probablemente responsable del cambio en los umbrales del dolor, dijo Jones.

Según Jones, las implicaciones del estudio son considerables. Obviamente, dijo, los resultados nos recuerdan que mientras más tiempo nos mantengamos en un programa de ejercicio, menos incomodidad física sentiremos, aunque incrementemos el esfuerzo, como hicieron los ciclistas en el experimento. El cerebro comienza a aceptar que somos más fuertes de lo que pensamos, y esto nos permite continuar más allá aunque el dolor no ceda.

El estudio también pudiera ser significativo para la gente que batalla con el dolor crónico, dijo Jones. Aunque cualquiera en esta situación debería consultar a un doctor antes de ejercitarse, dijo, el experimento sugiere que una cantidad moderada de ejercicio puede cambiar la percepción de la gente del dolor y ayudarlos a ser capaces de desempeñarse mejor en las actividades del diario vivir.

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