Sé que tienes una agenda muy ocupada, pero quieres mantenerte al día con las últimas noticias e investigaciones sobre fitness y salud. Por eso, cada semana te informo sobre un artículo reciente que he leído. El artículo de esta semana es:
Exercise and the Good Bugs in Our Gut [El Ejercicio y los Organismos en Nuestros Intestinos]
Un nuevo estudio sugiere que el ejercicio frecuente puede influenciar nuestro peso y salud en general por la alteración de las diversas clases de organismos que viven dentro de nosotros.
Aquí mi resumen:
Mantenerse físicamente activo puede estimular a los gérmenes beneficiosos de nuestros intestinos a desarrollarse, mientras que la inactividad podría hacer lo inverso, de acuerdo a un nuevo e innovador estudio. Los descubrimientos sugieren que, en adición a sus otros beneficios para la salud, el ejercicio frecuente puede influir en nuestro peso y salud en general mediante la alteración de los tipos de organismos que viven dentro de nosotros.
En los últimos años, ha habido un gran interés en el papel que los microbios del intestino desempeñan en la salud de todo el cuerpo. Una multitud de estudios ha mostrado que personas con poblaciones grandes y diversas de gérmenes en su tubo digestivo, son menos propensas a la obesidad, problemas inmunológicos y otros trastornos de la salud que la gente con menos diversidad microbiana, y que ciertos gérmenes en particular, pueden contribuir a mejorar la salud metabólica e inmunológica.
Sin embargo, una pequeña parte de la ciencia, había examinado la interacción entre la actividad física y bacterias intestinales en las personas. Así, para un estudio publicado este mes en Gut, los investigadores en el University College Cork, parte de la Universidad Nacional de Irlanda, y otras instituciones, se dispusieron a aprender más examinando a un grupo de gente que se ejercita mucho: el equipo nacional de rugby de Irlanda.
“Elegimos atletas profesionales como un grupo de estudio, porque queríamos estar seguros de no perder ningún efecto del ejercicio y necesitábamos un grupo que se estuviera desempeñando cuidadosamente en los extremos del esfuerzo humano, dijo el Dr. Fergus Shanahan, autor del estudio, profesor de gastroenterología y director del Alimentary Pharmabiotic Center en University College Cork.
Cuarenta de los jugadores estuvieron de acuerdo en participar. En el momento del estudio, el equipo nacional de hombres estaba en los entrenamientos pretemporada y los jugadores estaban ejercitándose arduamente por varias horas todos los días.
Por el bien de la comparación, los investigadores también reclutaron dos grupos externos de hombres adultos saludables, ninguno de ellos atletas. Un grupo estaba formado por hombres con índice de masa corporal normal. La mayoría de los hombres en este grupo se ejercitaba ocasionalmente pero de manera leve.
Los hombres en el grupo final eran generalmente sedentarios y tenían una masa corporal que los calificaba como en sobrepeso u obesos. Este grupo fue incluido, dijo el Dr. Shanahan, porque los jugadores de rugby, aunque sumamente en forma, eran físicamente enormes, con masa corporal bien por encima de lo normal. Los investigadores querían comparar los microbios de sus intestinos con aquellos que tenían un peso similar, pero no su musculatura.
Los científicos tomaron muestras de todos los voluntarios. Los voluntarios completaron extensos cuestionarios sobre sus rutinas de ejercicio y dieta, y hablaron con un nutricionista acerca de su típica ingesta diaria de alimentos.
A continuación los científicos analizaron la sangre de los hombres para los marcadores de daño muscular e inflamación, lo que indicaría cuanto tenía o no tenía que haberse movido y ejercitado cada voluntario recientemente. Los científicos también usaron sofisticadas técnicas de secuencia genética para identificar y enumerar los microbios particulares, viviendo en cada uno de los intestinos.
El resultado fue que, el mundo interno de los atletas era muy diferente al de los hombres en cualquiera de los grupos de control. Los jugadores de rugby tenían considerablemente más diversidad en la composición de su micro flora intestinal, lo que significa que sus tractos intestinales contenían una mayor variedad de gérmenes que aquellos en los grupos con el mayor índice de masa corporal.
Los intestinos de los jugadores de rugby también albergaron un mayor número de una particular bacteria, llamada Akkermansiaceae, la cual ha sido relacionada en estudios pasados con un descenso del riesgo de obesidad y la inflamación sistémica.
Curiosamente, la sangre de los jugadores de rugby mostró bajos niveles de marcadores de inflamación, a pesar de que estos estaban haciendo ejercicio intensamente. Sus músculos estaban siendo golpeados, pero en términos fisiológicos, recuperándose bien.
Los hombres en los dos grupos de control, por otra parte, especialmente aquellos con los más altos índices de masa corporal y que rara vez se ejercitaban, tenían un relativamente bajo número de Akkermansiaceae en sus intestinos y elevados marcadores de inflamación en su sangre.
Estos descubrimientos, llaman la atención sobre la posibilidad de que el ejercicio puede tener un efecto beneficioso en la micro flora en maneras que mejoran la salud corporal, dijo el Dr. Shanahan.
Sin embargo, los resultados son todavía preliminares, dijo. Este estudio fue pequeño y debido a su metodología, los investigadores no pueden determinar como el ejercicio altera los gérmenes en el intestino o como distinguir los efectos del ejercicio intenso de esos de la dieta. Los jugadores de rugby consumieron mucho más calorías de las que consumieron los otros hombres, con un mucho mayor porcentaje de su dieta consistiendo en proteínas. Estas diferencias nutricionales pueden afectar cuales microbios se desarrollan en el intestino. También los atletas estaban entrenando a niveles que pocos de nosotros sería capaz o estaría dispuesto a hacer.
El Dr. Shanahan y sus colegas han comenzado un estudio de seguimiento examinando si y de qué manera el ejercicio cambia el ambiente intestinal, tanto en hombres como en mujeres. Los resultados deben estar disponibles a finales de este año.
Pero aún antes de estos hallazgos, dijo, parece que cualquier cantidad de ejercicio debería hacer a tus intestinos más receptivos a las bacterias que quieras que residan allí.