Hace tres años, cuando mi padre tenía 92, le hice un artículo en el que me contaba sus secretos para llegar a los 90 en forma y con una mente brillante. Recuerdo que tuvimos una conversación muy amena que, en ese momento, me transmitió una gran energía y deseos de vivir, como los que él siempre tuvo. Y es que con su edad, en ese entonces y hasta su último día, no solo su destreza mental, si no su fuerza física eran envidiables.
Mi padre falleció hace 16 días a la edad de 95 años, con una mente totalmente lúcida y una fuerza interior asombrosa.
De él aprendí muchas cosas, las cuales forman parte de mi vida, ya que las adapté porque me encantaban y así es como lo recuerdo.
Aquí algunas de ellas.
Su disciplina
Mi padre era un hombre muy disciplinado. Quizás por eso vivió tantos años. El hecho de haber sido un artista, no interfirió con la disciplina y el orden que reinaba en su día a día. Sabía disfrutar sin excesos. Era una persona muy medida.
Su pasión por los deportes y el ejercicio
A mi padre le encantaban los deportes, todos en general. Pero su gran pasión era el ciclismo profesional, el cual practicó por muchos años y hasta sus últimos días.
Su amor por la lectura
Su amor por la lectura lo hizo ser una persona muy interesante y culta, con el se podía hablar de cualquier tema. Desde historia, poesía, deportes, arte, política y muchos más.
Sus deseos de aprender
Inquieto en adquirir más conocimientos, no se guardaba una sola pregunta para entender y estar actualizado con lo nuevo.
Su carácter exigente
Aunque muchas veces me molestaba lo exigente que era, hoy agradezco y honro su forma de ser; con el no podía quejarme y ni siquiera pensar en rendirme.
Su fortaleza
Mi padre me enseñó que hay que ser fuerte y que cuando uno se cae, se levanta y sigue. Que hay que tener voluntad de vivir y fuerza para lograr los sueños.
Estas son las cosas que aprendí de mi padre y las que forman parte de mi vida. Y así es como lo recuerdo.
Qué gran legado me has dejado Papi querido. Te extraño mucho. Descansa en paz.